El Big Data y las nuevas tecnologías abaratan los costes de las energías renovables

El Big Data y las nuevas tecnologías abaratan los costes de las energías renovables

Lo de “la información es poder” no iba en broma. El Big Data, o lo que es lo mismo, el procesado masivo de datos (perfiles de usuario, consumo, etc) ya ha empezado a ayudarnos en agilizar procesos, mejorar servicios y ahora también, nos permite ahorrar dinero. Por otro lado, las nuevas tecnologías, relacionadas con este procesado de datos y con otros elementos, están haciendo posible abaratar costes en la producción de energías renovables. Y no solo lo decimos nosotros, lo dice, por ejemplo, este informe de la consultora McKinsey & Company. Éste podría ser el espaldarazo definitivo que necesitábamos para convencer a los escépticos. Te lo explicamos.

Consumo inteligente, eficiencia energética y ahorro

Para nosotros, conocer a nuestros clientes siempre ha sido un básico a la hora de ayudarles a ahorrar luz y ofrecerles lo que mejor adapte a sus necesidades. Por eso, prácticamente desde que nacimos. en Holaluz tenemos equipo de Big Data.

Este equipo (que como el resto, no deja de crecer), se dedica a obtener, monitorizar y procesar datos de todo tipo, desde los que tienen que ver con los productores de energía renovable que representamos hasta los que nos permiten dar un mejor servicio a clientes de consumo, pasando por nuestros propios procesos internos. Todo su trabajo se traduce en eficiencia para tod@s, es decir, conseguir hacer más con el mínimo de recursos.

El Big Data está llegando a toda clase de ámbitos y junto a las nuevas tecnologías, como la robótica, la inteligencia artificial o el Internet Of Things (Internet de las Cosas), están cambiando tanto la producción de energía como nuestros hábitos de consumo.

Estos valiosos aliados están haciendo posible que disfrutemos la energía eléctrica solo cuando realmente la necesitamos y evitando que se malgaste debido a alguna avería. El milagro es posible mediante una gran variedad de sistemas, desde sensores que apagan la luz o la calefacción si no nos detectan hasta otros que detectan errores a distancia e incluso antes que se produzcan, por poner solo un par de ejemplos.

Las emergentes smart cities  o ciudades inteligentes, reúnen lo mejor del Big Data y las nuevas tecnologías, al servicio de la movilidad, los trámites administrativos o el consumo energético y van a jugar un papel definitivo en la implantación de todos estos elementos innovadores a nivel global.

Según el informe de McKinsey & Company el auge del consumo inteligente, junto con la reducción en los costes de producción de energía renovable nos dará un ahorro energético anual de de entre 845.000 millones y 1,5 billones a nivel mundial en 2035. De hecho incluso las energías fósiles serán más baratas gracias a los avances en las tecnologías de extracción, aunque en Holaluz esas no nos interesan ;)

La energía verde será la más barata en 2040

Decíamos antes que las energías fósiles no nos interesan lo más mínimo, porque, aunque vayan a ver un poco reducido su coste, el precio a pagar por la contaminación que generan y el agotamiento de recursos no renovables que demandan no compensa. Sobre todo teniendo en cuenta que según el informe que estamos usando de referencia y si las tendencias continúan, la energía verde será la más barata en 2040.

¿Y cuánto se reducirá su precio? Pues se habla de que desde ahora hasta ese año los precios bajarán hasta un 60% en el caso de la energía solar y un 40% en el de la energía eólica. De hecho, puede que en muchos países esto pase antes lo previsto.

Y de nuevo todo (o casi) se lo debemos a la tecnología. Por ejemplo, el “redescubrimiento” de la perovskita y su uso en la fabricación de paneles solares tiene todos los números para desbancar al tradicional silicio gracias a que abunda alrededor del mundo y a que su extracción es más barata.

A esta auténtica revolución en el ámbito de la energía fotovoltaica podemos sumarle otros avances, como la incorporación del Internet of Things a molinos eólicos y estaciones fotovoltaicas, que les permitirían aprovechar con mayor eficacia las corrientes de aire y los rayos de sol.

Antes poniamos el “casi” porque el otro gran vector de avance es el factor humano, es decir, nosotros mismos y nuestros Gobiernos. De nada nos sirve contar con toda esta tecnología si nuestros gobernantes no nos ponen fácil su implantación, si no son estrictos con el control del gasto energético de grandes empresas (y de cada país en general) o si nosotros no consumimos de forma responsable.

Acuerdos como el de París, en vigor desde el 4 de noviembre de 2016, invitan al optimismo. El objetivo principal de este acuerdo es que la temperatura media mundial no aumente más de 2ºC a final de siglo.

Por otro lado,  existe una tendencia al alza para conseguir el abandono definitivo de la energía nuclear. En este caso, Alemania podría convertirse en el referente a nivel mundial, ya que ha iniciado su camino hacia un futuro energético sin uranio con la meta puesta en 2022.

Y no podemos olvidar el otro boom sostenible de los últimos años: el coche eléctrico. Aquí hablamos de una revolución histórica que ya empieza a ser una realidad y nos enorgullece decir que ya nos hemos sumado a ella.

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